Comillas
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Comillas es la capital del municipio con el mismo nombre, se encuentra en la comarca Costa Occidental, en Cantabria. Limita con el mar Cantábrico (al norte) y los municipios de Udías (al sur), Ruiloba y Alfoz de Lloredo (al este) y Valdáliga (al oeste).
Este municipio está compuesto por la localidades de Comillas, La Rabia, Rioturbio, Rubárcena, Ruiseñada, Trasvía.
Comillas tiene una población de 1.940 habitantes y se encuentra situado a 23 metros de altitud y a 48 km de Santander. Podemos disfrutar de la villa como conjunto histórico, de la fuente de los tres caños y de edificios como el Palacio de Sobrellano, “El Capricho de Gaudí”, la Universidad Pontificia de Comillas, la Torre de la Vega, el Cementerio de Comillas o la iglesia de San Cristóbal.
También podemos visitar la Ría de La Rabia (en el Parque Natural de Oyambre), o de la playa de Comillas.
En Comillas se celebran las festividades de Reyes el 5 de Enero, el Antruidu (Carnavales) 40 días antes de Semana Santa, La fiesta de la Caballa tres semanas antes de Semana Santa, La noche de San Juan el 23 de Junio, el festival de Folkomillas el tercer fin de semana de Junio, San Pedro el 29 de Junio, San Cristóbal el 10 de Julio, el Cristo del Amparo el 16 de Julio, la Feria y Arrastre de Comillas el tercer fin de semana de Agosto, el día del Indiano el último fin de semana de Agosto y el Samuin el 31 de Octubre y 1 de Noviembre.
HISTORIA
De los orígenes de Comillas conocemos algunos detalles puntuales. La orografía de esta zona favoreció el asentamiento de hombres desde hace miles de años. Los vestigios aparecidos en la cueva de La Meaza (en Ruiseñada) datan del periodo Paleolítico Superior (Magdaleniense y Aziliense), los restos del periodo Neolítico de la cueva de Portillo demuestran la actividad pesquera que llevaban a cabo por su proximidad al mar y los de la Cueva del Castillo datan de la Edad de Bronce.
Posteriormente, ya en periodo romano, las tribus cántabras de la zona de Ruiseñada fueron conquistadas por los ejércitos de Augusto y sus minas explotadas (se han encontrado utensilios, monedas y un ara dedicado a Júpiter) los recursos mineros los exportaban por la ría de La Rabia en gabarras.
Tras el periodo de ocupación romana las tribus de los Aurinos o Avarginios (con influencia celta, como todas las tribus de Cantabria) recuperaron su libertad, sus hábitos, costumbres y volvieron a habitar los castros (en los montes para poder divisar enemigos y poder así defenderse). Aquí resistirían durante siglos los ataques de bárbaros, visigodos y musulmanes.
A comienzos del siglo XII aparece la primera referencia escrita de Comillas, en el Cartulario de Santillana del Mar. Tras esto aparecen menciones en el siglo XIV sobre la construcción de un castillo y en el siglo XV sobre el puerto pesquero ballenero.
En el siglo XII en Cantabria el poder lo tenían los señores y los monasterios. Alfonso VIII refuerza la economía y crea también villas aforadas (elimina la dependencia feudal) que provoca un crecimiento de población, urbano y económico. A cambio de estos privilegios requiere hombres y naves de la villa, y de toda la provincia, para conquistar Murcia y Andalucía.
En el siglo XVI, en el templo situado en los terrenos del actual cementerio se produjo un percance entre varios vecinos y el duque del Infantado (por la cesión de asientos reservados) que llevó a que el pueblo abandonara en ese momento el templo. Tras esto, continuaron los enfrentamientos contra el duque, el párroco y el administrados por la opresión y los desprecios que sufrían y decidieron no volver a pisar la iglesia nunca. La Iglesia molesta sancionó a la villa excomulgándola, sin poder recibir los Santos Sacramentos. Tuvo que intervenir el regidor de la villa que acordó realizar un nuevo templo sin privilegios.
Veinticinco años más tarde comenzaron las obras de la nueva iglesia, hasta su construcción, los oficios religiosos se realizaban en la ermita de San Juan.
Pero este no fue el único pleito de los vecinos de Comillas, con la villa vecina San Vicente de la Barquera mantenían otro. San Vicente de la Barquera sostenía que su fuero de 1210 estipulaba su monopolio de la actividad pesquera y del comercio marítimo en la costa occidental de la provincia. Durante el pleito los pescadores de Comillas utilizaron Puerto Calderón en Oreña para atracar sus barcos, pero en el año 1500, los Reyes Católicos dieron la razón a Comillas, que rompió el monopolio barquereño.
La villa entró a formar parte de la provincia de los Nueve Valles al emanciparse del dominio señorial de los Marqueses de Santillana. La pesca se convirtió en la principal actividad económica. En principio se hacía a pequeña escala, para autosatisfacer sus necesidades o hacer trueques con pueblos cercanos, pero en el siglo XVI se convirtió en la capital de la pesca ballenera (estaban presentes en la costa desde Noviembre hasta Marzo). Gracias a esta actividad se construyó el puerto (desde el año 1603 hasta 1716), la nueva iglesia parroquial y la casa consistorial.
No sólo eran marineros comillanos los dedicados a estas actividades, en la temporada de invierno se censaban en la villa marineros vascos para capturar y comerciar.
La ballena que capturaban era la ballena franca del Cantábrico, una especie muy lenta y que flotaba cuando moría lo que facilitaba las capturas. Las atalayeros divisaban desde las atalayas la presencia de ballenas y avisaban a sus compañeros con señales de humo, cuernos o banderas. Entonces las pinazas salían a la mar en su busca.
Lanzado el primer arpón, el animal quedaba herido y unido a la embarcación por la cuerda. En el entorno se situaban el resto de barcos que, una vez debilitado y desangrado el cetáceo, ayudaban a conducirlo a tierra.
En la playa se encargaban de despiezarla. El primer trozo era para el atalayero, así lo marcaban las costumbres, otra parte se la llevaba la Iglesia y otra el Consistorio. Tras esto se transportaba a la Casa Consistorial Ballenera y a las Cabañas donde se la transformaban en aceite y saín.
En el siglo XIX desaparecieron los cetáceos y se cesó la actividad ballenera, la reducida flota que quedaba en esa época se dedicó a la pesca de sardinas.
A Comillas se la conoce por dos razones fuera de la región de Cantabria, por su arquitectura y por ser “la villa de los arzobispos”, en los siglos XVII y XVIII nacieron en Comillas varios prelados que ocuparon diócesis en varios lugares de Hispanoamérica. Comillas y el seminario de Cantabria ganaron prestigio y recibieron un fuerte apoyo económico del arzobispo de Lima en el año 1792.
Comillas no participó como ayuntamiento propio sino a través de los diputados de Alfoz de Lloredo en las Juntas de Puente San Miguel y en la creación de la provincia de los Nueve Valles y de la provincia de Cantabria. Pero a partir del año 1822 la villa, sus barrios y aldeas dieron lugar a un ayuntamiento propio.
En la segunda mitad del siglo XIX, los baños de ola, trajeron consigo un importante número de turistas a la costa cántabra. Ejemplo de esto fue Antonio López López, primer Marqués de Comillas que volvió a su villa natal (tras haber hecho riqueza en al otro lado del Atlántico) y ayudó en su desarrollo.
Antonio López y López, en el año 1881 invitó a su gran amigo, el rey Alfonso XII, a conocer su tierra. La villa se engalanó y transformó en un lugar digno de reyes (arcos de bienvenida en los accesos, farolillos que se iluminaban con la llegada del rey, etc) produciéndose el 6 de Agosto el gran acontecimiento.
Al rey le acompañaron en esta ocasión sus hermanas, su mujer Maria Cristina y su hija. Fueron hospedados en la casona-palacio de Ocejo, reformada por artesanos y decoradores catalanes de aquella época y en cuyos jardín se instaló un kiosko-fumador que había sido diseñado por Antonio Gaudí.
Posteriormente, el 5 de Septiembre, está misma casa acogió un congreso de ministros (para que este congreso pudiera realizarse en la villa, tuvo que convertirse en capital de España por un día). A este congreso asistieron el rey, el presidente del consejo, Sagasta y los generales Pavía y Martínez Campos.
El 26 de Julio de 1882 la villa repite el recibimiento, el rey vuelve de visita, esta vez solo. Su madre, Isabel II y las infantas Paz y Eulalia se unen a él casi un mes más tarde. Disfrutan de conferencias teóricas y experimentales sobre la aplicación de electricidad en el ayuntamiento, de los baños de ola (baños en la playa), visitan otros lugares de la zona, celebran fiestas en la Casa de Ocejo y van de romerías hasta el día 27 de Septiembre, día que abandonan la villa.
Comillas se transforma en este momento, pasa de ser un pueblo totalmente desconocido, a ser el destino favorito de burgueses y aristócratas en su afán de aproximarse a la corte. Las visitas reales a la villa siguieron sucediéndose con Alfonso XIII, que a pesar de fijar su residencia veraniega en Santander, frecuentaba Comillas algunos periodos de verano.
VÍDEO DE COMILLAS